15 octubre, 2013

pausa

El pasado 6 de abril, la obra Irse se presentó en el séptimo festival nacional de teatro guatemalteco. A inicios de septiembre, el escritor Juan Carlos Lemus publicó una nota titulada "Un recorrido crítico por el séptimo festival...", donde escribe sobre algunas de las obras que se presentaron en aquella ocasión.  Todo el artículo será incluido en la próxima edición de Conjunto, la revista de teatro latinoamericano que publica Casa de las Américas de La Habana, Cuba.

El este nuevo recorrido por África y Europa, Irse se transforma, vuelve a responder a su naturaleza de pieza teatral que migra. A continuación compartimos lo que escribió el autor sobre nuestra propuesta:

Irse

Pocas veces apreciamos una obra que, en nuestras propias narices, delata nuestros defectos como guatemaltecos, de manera tan sutil y divertida. Irse es el desafío a la tolerancia del público, un espejo de la sociedad guatemalteca, un experimento bien articulado; obra de primera línea tanto por su contenido como por la calidad de sus actores y director. 
El tema de la migración hacia Estados Unidos es cada vez más difícil de abordar, pues camina sobre la cuerda de lo trillado. Este grupo, sin embargo, desdobla interesantes contenidos. Antes de ingresar a la sala, actores que interpretan a guardias de seguridad revisan los bolsos de mano del público y lo obligan a entrar a toda prisa. Este recurso no es novedoso, pero ubica al público en una situación sumisa que le es familiar. Acostumbrados a ello, con obediencia de patos, abrimos nuestros bolsos y nos acomodamos. 
Enseguida, el director hace trampa en una competencia que determinará cuál himno deberá ser interpretado, el de Guatemala o el de su natal Holanda. Gana el de Guatemala, pero él dice que ganó el de su país, por lo que pide al público que se ponga de pie (lo cual hace), que se coloque la mano en el pecho (también) y que escuche cómo él lo canta. Un único inconforme (actor, entre el público) será desoído. 
En una de las escenas, el personaje “mojado” guatemalteco (Guillermo Santillana) sufre un ataque de agresividad y dispara sobre sus semejantes simulando que su mano es una pistola. Nos recuerda nuestra nefasta costumbre de “resolver” los problemas a balazos. Al cierre del telón final, después de aplaudida la obra, el director dice sentirse conmovido y desea compartir sus experiencias personales en Guatemala. Habla de la belleza de los paisajes, de la amabilidad que nos caracteriza (lo cual es motivo de risa entre el público, ya sea porque sabemos que no es así o porque es el discurso oficial de turismo). En medio de su anecdotario, es conminado a callarse por la actriz presentadora del festival (Mercedes Fuentes), quien argumenta que ya es hora de cerrar el teatro. 
Llegados a ese punto, el director (Möllering) vivirá en carne propia la intolerancia. Es un final poderoso. Los dos actores entran en una discusión fuera de lugar. Ella le alega que se ha extendido demasiado y le grita algo como: “Callate, ¡Creés que porque sos extranjero podés venir a decir lo que te dé la gana¡”. Personas abandonan la sala. Hay tensión, desconcierto. Es así como se nos lanza un nuevo mensaje: el guatemalteco, a pesar de que es humillado en el extranjero, al mismo tiempo es xenófobo y agresivo con sus visitantes; tiene una extraña defensa nacionalista que se torna violenta, inesperada. Irse combina lo lúdico y lo trágico de la migración, es una propuesta relajada sobre un tema tenso y difícil de abordar sin quejas.

Juan Carlos Lemus
Editor y columnista de la sección cultural de Prensa Libre Guatemala

Enlace a la nota publicada en el blog del autor aquí